MONOTIPOS

Hace unos días alguien me preguntaba si había realizado alguna vez un monotipo. Le respondí que llevaba tiempo con ganas de practicar esa técnica directa, pues al hablar de grabados hemos de reconocer que se trata sin duda de unos de los procesos que menos dedicación nos exige, aunque curiosamente no se practique demasiado, en parte porque no todo el mundo dispone de un tórculo que nos permita estampar la obra una vez terminada, aunque ciertamente la operación podría realizarse en nuestra propia casa con un poco de ingenio. Al día siguiente me puse manos a la obra y aunque se trataba del primero, lo cierto es que conocía perfectamente los pasos a seguir.
Hace unos años adquirí unas planchas de acero pulido y tan solo utilicé un par de ellas con miras a investigar el modo de trabajarlas al aguafuerte. Las deseché porque el barniz no fijaba demasiado bien sobre ellas y tras una corrosión de poco más de media hora este solía despegarse.
Sin embargo en esta ocasión si que podían resultar útiles.
Todo cuanto se nos exige para llevar a buen termino el ejemplo que tomo como referencia, es una plancha que procuraremos pulir y limpiar convenientemente. Puede ser de cualquier material rígido que soporte la presión del tórculo, pvc, zinc, cobre, latón, acero...etc.
Algunos artistas recurren a planchas transparentes porque de ese modo no necesitan un registro previo, limitándose a colocar una imagen bajo el PVC y ponerse a dibujar.
En mi caso tomé la plancha de acero y con un rodillo me limité a extender sobre la superficie una película uniforme y compacta de tinta calcográfica. Para quien lo ignore, dicha tinta es la misma que se utiliza para imprimir cualquiera de los libros que cae en nuestras manos.
Tras extender la tinta la matriz aparece ante nuestros ojos rotundamente negra. En este caso solo vamos a utilizar un único color, que bien manipulado rendirá una grama de grises tan amplia como nos propongamos.
A partir de este momento cualquier truco que se nos ocurra para ir degradando o anulando la tinta será válido. Sirve un simple palillo, una esponja, pinceles de distintos tamaños y durezas, disolventes, los mismos dedos nos pueden ser útiles, estropajos, paños, gasas, en definitiva, todo aquello que mediante frotación nos pueda facilitar algún efecto curioso. Anular la tinta por completo supone obtener el blanco más luminoso.
Se trata pues de recurrir a esos objetos para mermar la intensidad tonal de la tinta, pues esta actúa por transparencia. Cuanto más cuerpo presente más oscura rendirá a la hora de la estampación.



Una simple gasa impregnada de disolvente me facilitó una dibujo bastante curioso y casual. Al golpear con ella la superficie ennegrecida del metal vi aparecer un dibujo tramado que me recordaba un rostro. Añadirle a esa trama un par de detalles, por ejemplo los ojos y una que otra pincelada que se nota en la estampa, me facilitó la siguiente imagen. (detalle)


Como pueden ver la técnica tan solo nos exige ingenio parta plasmar en la plancha cuantos matices y efectos se nos ocurran y como es lógico imaginar es posible cambiar las tintas por el oleo, con el que pintaremos directamente sobre la plancha, pudiendo hacerlo encima de la tinta con que inicialmente embadurnamos la superficie del metal. En ese caso cuanto se nos exige es retirar la tinta y pintar encima, de ese modo es más difícil que quede alguna zona sin pintar, lo que rendiría en el papel una mancha blanca.
Un amigo con el que comparto la afición por el grabado ha practicado en el taller y compartido conmigo esos momentos entrañables. Me pidió consejo a la hora de plasmar sobre la matriz de acero uno de los cuadros de Picasso, una obra que me mostró en un libro que traía consigo.
Nos pusimos manos a la obra tras entintar la plancha.
Este fue el resultado inicial, la primera prueba obtenida utilizando el oleo como pigmento.


La presión del tórculo originó que el agua desplazara el oleo hacia la izquierda, sin embargo los efectos conseguidos nos agradaron a ambos y nos obligaron, tanto a Teodoro como a mi estudiar el modo de solventar este problema, causado no solo por la presión, también por el exceso de agua que contenía el pliego de papel utilizado. En este caso de acuarela, de grueso gramaje. Acabamos metiendo La plancha con los restos aún del dibujo, es decir entintada, entre plásticos, para evitar que se endureciera la tinta. La intención de Teo era volver a trabajar sobre ella al día siguiente dado que se apreciaba perfectamente el dibujo y le resultaría cómodo repetir el proceso.
En este segundo intento la presión fue algo escasa y lo expongo así porque lo realmente importante a la hora de obtener un buen resultado consiste en hallar la presión justa. 


Las zonas en blanco nos indican que el oleo no ha dejado su impronta en el papel, sin embargo, tras realizar esta prueba se me ocurrió que en la plancha quedaba aún tinta suficiente como para efectuar otra estampación, ahora aumentando ligeramente la presión del tórculo, sobre un papel que en esta ocasión si era de grabado, algo fino para mi gusto y que resultó bastante sensible teniendo en cuenta que al despegar el pliego de la plancha tuvimos que actuar con tiento por temor a que se rompiera.


Ninguna de las tres estampaciones obtenidas se puede considerar acabada y por lo tanto se ha de tener en cuenta la posibilidad de manipularlas posteriormente con oleo hasta darlas por buena. 
Por mi parte, mientras Teo se entretenía y disfrutaba dando pinceladas con  una satisfacción más que evidente, me dedique a confeccionar otro monotipo sobre una plancha más pequeña. Me sucedió más de lo mismo, no hallé la presión correcta y como la matriz era de zinc y bastante más gruesa que la que utilizaba Teodoro el oleo se expandió hacia uno de los costados.  No obstante, al ver la estampación aproveché el defecto a mi manera añdiéndole un par de pinceladas en la base.


De nuevo, a pesar de disminuir la presión, surgió el mismo problema, teniendo que solventarlo de nuevo con un poco de ingenio.


Llegados a este punto se hace necesario repetir que conviene hacer las pruebas pertinentes antes de estampar el próximo grabado. 

Monograbado al Oleo


Mi último trabajo.


A la izquierda la plancha, a la derecha la estampación ya retocada con pincel.



Un afectuoso saludo.

2 comentarios:

lorenia dijo...

Hola Francisco, muy interesante el proceso y muy buenos los resultados; una pregunta aunque lo explicaste muy bien, primero entintas la placa y la intervienes, pero para aplicar el óleo lo haces después de intervenida la placa? Y bueno, me quiero imaginar que el óleo lo aplicas muy diluido cierto... tengo mi tórculo y experimentaré con el monotipo siguiendo tus consejos. Gracias... Lorenia

Francisco Domínguez Penis dijo...

Iorenia, no me puedo creer no haber visto la pregunta que me haces. Prácticamente desde hace diez años. Cuanto lo lamento. Me hablas de oleo. No, yo utilizo Tinta calcográfica, la que se utiliza para offset, mucho más barata. Recurro a los colores primarios, el blanco, y el negro. Al principio mancho la plancha o el plástico con colores muy diluidos, luego mancho todo tipo de materiales y los superpongo para someterlos a la presión del tórculo. También pinto directamente sobre la plancha, e incluso realizo una primera pasada (utilizo actualmente papel fotográfico de calidad). Cuando ha secado convenientemente repito el proceso. La combinación de colores obtenidos es espectacular. Un afectuoso saludo, y de nuevo mis disculpas.